Aunque este truco va dirigido al mundo del parapente, es cierto que su aplicación es posible en cualquier campo.
Inspirado en las fundas protectoras para cuerda (genéricamente llamados protectores para cuerda), muy empleadas en espeleología, trabajos en altura… es válido para otros muchos usos. Recuerdo cómo, hace años, empleé un sistema similar para fabricar un “quitamiedos” en mi servicial Citroën C15. O sea, el asa típica que llevan los coches encima de las puertas del ocupante con la finalidad de que se acomoden más fácilmente o se relajen cuando no confían demasiado en el conductor. Un trozo de cuerda, introducido en una cinta tubular con el objetivo de hacerlo más rígido, me sirvió para aquel ingenio. Los escaladores verán también muchas aplicaciones en un sistema que sirve para multitud de situaciones: desde hacer más rígidos los peldaños de un estribo (ojo, otra idea para voladores) a la protección de una instalación fija en big wall´s, etc… La propuesta se dirige a esos mandos de parapente que no llevan quitavueltas (o incluso a los que la tienen, pues algunos sistemas metálicos pueden resultar igualmente agresivos por muy bien pulidos que estén), y donde la línea del freno va anudada directamente. Es verdad que los quitavueltas pueden añadirse con facilidad y se venden como accesorio, pero hay muchos usuarios que prefieren mantener los controles de este modo. Hay mandos y mandos, pero en su mayoría los cantos suelen ser una importante fuente de abrasión que acaba con el cordino del freno en poco tiempo. La astucia consiste en colocar una “funda” en la zona de contacto. Para ello hay que contar con una cuerda de un diámetro superior, a la que extraer el alma por un extremo, dejándola convertido en un tubo. En mi caso he empleado un pedazo de cordino de aramida, por la facilidad de extracción de su interior, y que cuenta con una “camisa” de poliamida bastante resistente. Medir, cortar, extraer el interior y, por supuesto, rematar los extremos quemándolos ligeramente con un mechero. Utilizar uno para confeccionar el otro es interesante desde el punto de vista de encontrar simetría. Para mantener la forma tubular sin que el cilindro se cierre al quemarlo, es bueno introducir la punta de un destornillador de estrella, y actuar al mismo tiempo con el mechero. También es conveniente suavizar los cantos quemados moldeando con los dedos húmedos cuando aún están calientes) para que tampoco dañen la línea del freno que se introducirá en su interior. El cordino se mete por dentro y el conjunto se introduce por el anillo previsto en el mando. Para la conexión personalmente utilizo un nudo de gaza simple por chicote (o sea, realizado desde una punta o cabo). No soy muy partidario del nudo bulin o as de guía que llevan algunos parapentes de serie, pues desliza con facilidad y requiere que sea rematado convenientemente (mejor con un medio-pescador doble), remate que puede deshacerse accidentalmente por no tener carga. Sin contar que consume más cordino, que varios nudos juntos reducen la resistencia de la cuerda, etc… Una gaza de ocho por chicote también es una excelente solución por su superior resistencia, pero para el caso que nos ocupa ese “plus” es despreciable. La gaza simple, nudo muy polivalente, es suficientemente robusta, fácil de hacer y de regular y, si hacemos la astucia propuesta, su primer nudo (sobre el que discurrirá luego el resto del cabo, en paralelo), servirá de marca de medición y, a la vez, de tope para la funda tubular protectora. Evidentemente, esta solución no implica olvidarse “de por vida” de una línea que debe ser revisada frecuentemente –aunque no se vuele- y que tiene que ser sometida a una inspección pre-vuelo cada vez que realicemos nuestra actividad favorita. José Isidro Gordito
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AutorBlog del alpinista, piloto de parapente, fotógrafo y cámara José Isidro Gordito ideado para compartir pruebas de material, consejos y astucias que conviertan la estancia en la Naturaleza en momentos seguros y placenteros. Archivos
Mayo 2023
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