Con la intención de aglutinar en este blog todos los temas que considero de interés, comparto con vosotros este texto ya publicado en el pasado, que recoge algunas reflexiones. El impacto del hombre sobre el planeta es muy importante y nuestra actitud consumista es decisiva para su conservación o deterioro. Si a ello unimos algunas consideraciones éticas sale este cóctel que expongo a continuación. Espero os guste. Ante el dicho: “el hábito no hace al monje”, hay poco que decir. Una frase lapidaria de ese calibre deja pocas opciones: -Una consiste en asentir con la cabeza… -Otra en negarlo… Yo prefiero desempolvar el sacapuntas y empezar a sacar filo. Es verdad que el aspecto exterior de un deportista o, más concretamente, la vestimenta y equipo que porta, no informa demasiado acerca de su capacidad. Tampoco implica que, por el hecho de llevar ciertos útiles, éstos sean llevados a su límite. Ni, mucho menos, y por último, que los materiales sean adecuados al terreno de juego de su propietario. Desde la perspectiva de la libertad individual, nada que decir: cada uno es libre de hacerse con aquello que desee. Desde la óptica de la gestión de la economía personal, mejor callar: cada cual invierte el dinero que posee… ¡en lo que le da la gana! No seré yo quien diga en qué debe invertir sus recursos un deportista cualquiera con un nivel determinado y una economía concreta... Pero eso no quita que derrame un poco de tinta en relación al asunto. CONSUMISMO Hasta la llegada de esta profunda crisis en que estamos sumidos era frecuente gastar dinero en cosas innecesarias, coleccionar útiles y amontonar elementos duplicados… Comprábamos de todo, y para todo, porque teníamos recursos para hacerlo. Nos movíamos, viajando sin pausa, por nuestro país, por nuestro continente y por nuestro mundo, y eso bastaba para tener la necesidad de adquirir, bien por nuestra práctica de una o diferentes disciplinas, por el desgaste que sometíamos a las que teníamos o, simplemente, ¡por si acaso! otras nuevas. O porque tal vez algún día haríamos algo, o visitaríamos cierto lugar donde un elemento material determinado pudiese hacernos falta. Probablemente sin que eso llegase a ocurrir nunca. Renovábamos nuestra vestimenta exclusivamente por vernos con algo diferente, fuese una prenda con otro diseño…u otro color. Si hablamos de tecnología nadie puede negar haber comprado útiles que hacían “de todo” aunque nosotros, sus dueños, ni entendiésemos el cacharro, ni hiciésemos “casi de nada”. El “ya que me pongo”, o la cuestión ¿y si me hace falta? han acompañado a prácticamente todo el mundo hasta la caja registradora de muchos establecimientos… La pérdida de poder adquisitivo, la de los puestos de trabajo o el simple miedo a qué pasará mañana, han frenado notablemente los viajes, las compras y, de eso, aunque nos duela por otros motivos, se está beneficiando el planeta. Se presentan menos novedades; se fabrican menos “cacharros” porque ya hay muchos producidos y almacenados en las tiendas. Se generan, por ello, menos residuos tanto por producción como por transporte y por deshecho. Las gallinas que entran… ¡por las que salen! Se ha reducido el consumo indiscriminado. Incluso, en ocasiones, no se renueva si no es por necesidad. O ni eso. Los elementos se recosen, se parchean, se repararan… Pero, también es cierto, se llega a alargar tanto la vida de los productos que muchas veces se alcanzan límites peligrosos desde el punto de vista de la seguridad. La crisis, todo hay que decirlo, también ha propuesto una optimización y racionalización del gasto, imponiendo un análisis más profundo de la utilidad e idoneidad de los útiles en función de su precio, sus plazos de amortización y, evidentemente, el uso y actitud de su destinatario. ES MÁS DE LO QUE NECESITO, PERO… Algún placer tengo que darme, ¿verdad? No tengo otro vicio. Amparados en ese pensamiento, y avalados por el poder del dinero en los bolsillos, hemos comprado cosas que no nos hacían falta, elementos con utilidades que, después de los años, o no hemos descubierto o no hemos empleado nunca pero, lo que es peor, nos hemos hecho con productos inadecuados tanto para nosotros como usuarios como para el entorno donde iban a desempeñar su función. La mayoría de las veces hemos pecado de adquirir material de rendimiento que no se correspondía con nuestras habilidades, aunque casi siempre… por arriba. Equipos a los que nunca sacábamos partido porque estaban claramente por encima de nuestras necesidades o posibilidades Abogando un “tal vez me haga falta en un futuro”, llevábamos el cacharro hasta su extinción por fin de uso sin haberlo puesto a prueba un solo instante, luciendo una falta de humildad y honestidad que decía poco –o mucho- de nosotros. HONESTIDAD No se trata de “apañarse” -algo razonable, por otro lado- ni, por supuesto, de pasar penurias con material más modesto o de prestaciones inferiores a las que necesitamos. Hay útiles cuya compra implica gastar dinero dos veces, bien porque no tienen la calidad requerida, bien porque no permiten exprimir todo nuestro potencial, bien porque no son los deseados y al final siempre terminan cayendo otros. Tampoco consiste en comprar material “de competición” para uso amateur o sin muchas pretensiones. En un mundo cada vez más especializado hay elementos para cualquier segmento y casi a la medida de cada practicante. De entre esos, elegir los más polivalentes puede ser una buena idea, pero prestando atención sólo a los circunscritos al entorno del usuario. Los productos de alto nivel llaman poderosamente la atención porque los lleva el famoso de turno, porque son bellos o porque pensamos que al usarlos disimularemos nuestras carencias. Pero eso no tiene nada de lógico o racional. Esos útiles “top” acostumbran a ser más ligeros, menos longevos y más caros –tanto en compra inicial como en plazos de amortización- que los de otras gamas; suelen exigir unas habilidades que, si no se tienen, pueden desembocar en algún contratiempo o accidente… Pero lo más grave es que su especialización extrema puede hacerlos poco idóneos en la mayoría de decorados, resultando una carga para sus usuarios, que se sentirán incómodos al manejarlos, en lugar de catapultados por una ayuda milagrosa. Hay que ser honesto con uno mismo y, tras analizar qué se hace y hasta dónde se puede llegar (ojo, sin menospreciarse y aceptando una posible evolución), elegir el material adecuado a nuestras necesidades. Sólo así compraremos con cabeza, sin gastar más de la cuenta o menos de lo necesario, para disponer de lo que realmente nos convenga. MOTIVACIÓN Algo también innegable es que la mente utiliza cualquier recurso para motivar a su humano. La compra de un “juguete” es, en ocasiones, suficiente para crear apetito por usarlo en la naturaleza (aunque lo primordial debería ser que el gusto por la propia naturaleza estuviese por encima del objeto, pero esa es otra historia). Una “ayudita” siempre es bienvenida para avivar esa llamita interna de todo apasionado. La ilusión por “estrenar”, obteniendo otra perspectiva, siempre renueva. No planteo esta estrategia como un recurso consumista que anule nuestra capacidad por motivarnos con cosas sencillas, y que nos aleje de la esencia y la ética de la práctica deportiva, pero administrada con moderación… Los más inquietos usarán la compra o elección de un material que supere ligeramente su capacidad o nivel como un modo de ponerse a prueba y evolucionar. Si esa fórmula se practica con cautela y un cuidado análisis la herramienta que parece estar por encima de su capacidad espoleará su espíritu para transformar esa exigencia en pericia, alcanzando así un nivel superior (pensemos en que eso ocurra antes del fin de uso del aparato), siempre que el útil se emplee dentro de su margen de utilización y la actividad se desarrolle dentro de los márgenes de seguridad asumibles por la persona, sin posibilidad de sufrir daños irreversibles. MATERIAL INADECUADO Emplear equipos fuera del campo de acción para el que han sido concebidos puede desembocar en graves accidentes. Hacer actividad de alto nivel con equipos básicos puede convertir la empresa en una hazaña, o tornarla imposible. He visto deportistas de alto nivel hacer cosas increíbles con útiles sencillos, que catalogaría incluso de “zarrapastrososos” por sus prestaciones y su aspecto y nivel de uso. Imagino lo que hubieran sido capaces de hacer con materiales adecuados, pero sobre todo lo seguros que hubiesen realizado esa práctica sin necesidad de asumir una rotura intempestiva por exigir a un equipo por encima de sus márgenes. También he visto a personas penando por no saber qué hacer con los cacharros portados en sus manos (citando al azar sólo una de las actividades que pueden practicarse en la montaña), más adaptados a acrobáticos recorridos que a esas sosegadas rutas que recorrían, y donde por su forma y diseño no aportaban ni utilidad ni la posibilidad de ser usados del sencillo o ingenioso modo que proponía el recorrido. En el equilibrio está la virtud: ni tanto, ni tan calvo. Sólo lo adecuado. CONSUMO RESPONSABLE Y CORRECTO MANTENIMIENTO Un consumo responsable es importante no sólo por bien del planeta o por el hecho de proteger nuestra economía. Elegir el producto adaptado a nuestra actividad, a nuestro nivel, y renovarlo cuando sea preciso, constituirá un ahorro de dinero que, si no se aprecia de manera inmediata, se comprobará a largo plazo. Material en buenas condiciones, al que se practique un correcto mantenimiento, hará que disfrutemos más de nuestra actividad y evitará que se produzcan accidentes por sobrepasar los límites de utilización. No consumir cuando el material está viejo, desgastado o deteriorado, puede ser tan nocivo como comprar algo inadecuado. Lo que creemos ahorrar en una tienda podemos gastarlo, de golpe, en la factura de un hospital. Comprar con espíritu crítico y analítico “lo adecuado” también puede mantenernos lejos de ese magnífico lugar de sanación… ¡o incluso del camposanto! José Isidro Gordito
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AutorBlog del alpinista, piloto de parapente, fotógrafo y cámara José Isidro Gordito ideado para compartir pruebas de material, consejos y astucias que conviertan la estancia en la Naturaleza en momentos seguros y placenteros. Archivos
Mayo 2023
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