Siempre he sentido un especial aprecio por Patrick Bérhault. Un tipo coherente que me inspiró en ese momento en que un joven necesita buscar referentes. Muchos años después descubrí las razones de esa atracción, entre las que estaban, sin duda, su rechazo a la competición y su gusto por dar prioridad a sus emociones, canalizadas a través de una técnica gestual correcta y plástica mientras escalaba. Un poster suyo (no era el único, pues tocó que conviviese con fotos del gran Edlinger, del fortísimo Güllich y del sobresaliente ´SuperBoivin´) colgaba de las paredes de mi habitación. Cada noche analizaba minuciosamente los detalles: el material que llevaba colgado, el porqué de esa posición… Pero creo que aquello era lo de menos. Patrick estaba allí porque veía en su espíritu algo del mocoso que era yo, aunque sinceramente creía que en lo que más nos parecíamos era en “la melenita” y en una musculatura que, sin hacer mucho pero siempre haciendo deporte, me crecía cada vez que colgaba de un desplome. EN CONTRA DE LA COMPETICIÓN En 1985, en pleno apogeo de la escalada libre en roca, diecinueve de los mejores escaladores franceses -que a la postre eran quienes dominaban casi por completo el panorama internacional- firmaron un documento en contra de la competición. Esta “carta” tomo el nombre de Manifiesto de los 19 y exponía el desacuerdo con las competiciones y su “demasiado brillante y ruidoso espectáculo”. Un espectáculo que estaba modificando las reglas del juego con una utilización casi excesiva de seguros fijos que deterioraban el entorno natural, la apertura de vías desde arriba o el uso del “top rope” para ensayar movimientos. Evidentemente cualquier novedad suele ser rechazada, en un primer momento, en cualquier comunidad. Los humanos somos reticentes a los cambios a pesar de que estos sean necesarios para todo, desde incrementar el nivel deportivo a experimentar para adoptar técnicas y tecnologías más seguras. De los 19 escaladores solo Patrick Bérhault permaneció fiel a sus planteamientos. Y me atrevería a decir, tras un profundo análisis, que lo hizo no solo por su coherencia. Creo que lo hizo porque, incluso reconociendo lo bueno que podía traer consigo la competición, mantenerse en sus trece era una manera de reivindicar que también eran posibles otras visiones; que hay que encontrar un equilibrio entre el progreso y la conservación de la Naturaleza; que menos es más y que el ruido de los aplausos no puede desconectarnos de lo simple, de lo esencial, que es sentirnos a nosotros mismos haciendo cualquier cosa mientras permanecemos en verdadero contacto con los elementos. El Manifiesto ya exponía la existencia de una “competición inducida”, a través de ese afán de superación surgido de la motivación que hace dar lo mejor pero implica, como igualmente incluía: una aventura, un descubrimiento, un juego donde cada uno fija sus reglas…” “…porque la escalada es ante todo una búsqueda personal”. Bérhault no quería que se pensase que “solo existe una manera”. Reivindicaba, y me siento orgulloso de pensar como él, que en nuestro camino cada uno elige una fórmula, en la que hay que creer. Una fórmula que debemos defender, siendo coherentes si consideramos que es la que nos satisface y nos lleva a progresar mientras recorremos un tortuoso sendero. Recuerdo haber escuchado a Patrick, no sé si en una antigua entrevista o mientras trotábamos por los alrededores de la Pierre d´Orthaz, que la competición era un “cada día más difícil, cada día ir más rápido, cada día tener que estar más a punto…” lo que le parecía que era “convertir a un hombre en prisionero e incluso llegar a ser degradante, tanto a nivel físico como a nivel moral. Mi interés por la escalada y el alpinismo no está en su vertiente excesiva (entendida como extrema) sino en la búsqueda de un equilibrio, sin que nada pueda sacarme de ese contexto en que me siento bien”. Patrick Bérhault nos dejó el 28 de abril de 2004 durante su intento de culminar 82 cimas de 4000 metros de los Alpes en 82 días. Indiscutible precursor de la escalada deportiva y de alta dificultad había realizado increíbles encadenamientos, alguno de ellos utilizando incluso un ala delta biplaza pilotada por Jean Marc Boivin. Agradecer sus reflexiones y enseñanzas es algo a lo que, como amantes de la montaña, estamos obligados. Gracias Patrick! José I. Gordito
2 Comentarios
3/12/2020 10:04:49 am
Grande Patrick! Un referente.. La importancia de la emoción, el equilibrio...Hace poco que conozco el blog, un gusto leerte. Un saludo!
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AutorBlog del alpinista, piloto de parapente, fotógrafo y cámara José Isidro Gordito ideado para compartir pruebas de material, consejos y astucias que conviertan la estancia en la Naturaleza en momentos seguros y placenteros. Archivos
Mayo 2023
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